Juan José Scaglia estrena Esto, un collage feroz e inevitable de un presente hostil, desencantado y doloroso

Compartir

Miguel Passarini

En un mundo dominado por los discursos efímeros de la modernidad líquida, las fake news, la avanzada sin descanso de la ultraderecha (en el país y en gran parte del planeta) y en medio de un clima general de destrucción donde reinan el consumo desmedido, la incomunicación y la hipocresía, el creador escénico rosarino Juan José Scaglia, saludablemente una rara avis en el ambiente teatral local, se abisma al deseo de poner en escena una obra que no busca respuestas sino que intenta dejar en el cuerpo de cada espectador un magma profundo de preguntas (ése es el rol del buen teatro), una serie de interrogantes, una idea del presente en la que la realidad está mediada por una forma de producir teatro que le es propia y en la que, más allá de las modas y los guetos (que siguen estando), confía ciegamente.

Es así como Scaglia, quien transita un recorrido como actor y director con otras experiencias más o menos recientes, dará a conocer su nuevo trabajo, titulado Esto, casi partiendo de una lógica en la que rotular el presente se volvió algo imposible, y que lo condensa en la espesura de un material escénico que se basa en un lenguaje interdisciplinario, que se conocerá con una imperdible función estreno este domingo 16 de marzo, en el Complejo Cultural Atlas, con entradas populares.

La propuesta cuenta con el trabajo en escena de Soledad Méndez Facciano, Lucia Telesca, Helena Vittar, Damián Heredia y José Aguilar, con asistencia de dirección de Estefanía Nicoló, la propuesta en audiovisuales de Pablo Funes y el diseño lumínico de Agustín Rosso, cada uno sumado a su tiempo y con su expertis en un largo proceso que comenzó en la cabeza del director en 2021 para dotar a esta nueva experiencia escénica de eso que Scaglia sentía que el espacio y el tiempo de un relato le demandaban.

¿Qué es “Esto”?

Esto es un espectáculo de arte escénico interdisciplinario que, a través de una serie de escenas fragmentadas, aborda la alienación y la crisis de identidad en un mundo bajo el yugo de la tecnología, el consumo, la paulatina desintegración del ser nacional y la deshumanización. Con momentos de intensidad física y emocional, coreografías rituales y discursos filosóficos que dialogan con el ciudadano de a pie, esta propuesta busca reflejar la pérdida del ser humano en un contexto de desfiguración cultural. La obra busca acercar al público, en una especie de simbiosis, hacia una crítica a la ilusión de la vida, el mercado y su carril hacia la alienación tecnológica”, escribió Scaglia a modo de presentación de su nuevo material.

En un espacio escénico conviven un televisor de los 2000, carcajadas, violencia, música en vivo, proyecciones y actuaciones a puro sudor: “Son algunos de los elementos que integran esta reflexión sobre el cuerpo como campo de prueba y la identidad arrasada por el superficial individualismo creciente en este cuarto de siglo. Esto intenta poner en marcha una propuesta artística que trascienda al público local, escaparle a la endogamia de nuestra ciudad para poder establecer vínculos y puentes con otras ciudades del país. Es una obra innegablemente citadina y su enfoque abstracto y experimental, asumimos, es propio de estas urbes, donde parecería que la desesperación de las y los artistas es movida hacia pruebas y asociaciones para posibles escaparates”.

De “Lo Obsceno” a “Esto”

“Al principio se iba a llamar algo así como Proyecto obsceno; después pensé en algo con la palabra obsceno como aquello que no puede ser presentado en escena. En ese momento estaba influenciado por un libro que me recomendaron en un taller, Lo Obsceno de Corinne Maier, después pensé como nombre en Obsin, en una mezcla de «obsceno y sin» por su significado en inglés, pecado, y el inglés como el idioma de lo plástico, el idioma del consumo, de la tecnología, de la pornografía. Pasa que soy medio un esclavo del asociar, a lo mejor esas asociaciones las cazo yo y los actores, porque se las explico, pero no sé si los posibles espectadores me terminan entendiendo”, contó Scaglia acerca del proceso de acercarse no sólo a una poética sino también a una idea o bajada de línea de lo que terminó siendo Esto.

Y sumó: “Después vi algunos proyectos de colegas que llevaban nombres parecidos y entonces me parecía que era demasiado obstinado seguir pegado a ese concepto de lo obsceno porque si era un concepto no por eso tenía que ser el nombre de la obra, y después vino la segunda etapa del proceso creativo y consideré que ya no era ni tan obsceno, ni tan pecaminoso”.

La obra “automática”

“En el 2021 me empezó a perseguir la idea de hacer lo que en ese momento llamaba una «obra automática», con eso me refiero a una movilidad física casi industrial, esa movilidad en aquel germen que se me instaló en los pensamientos era de índole sexual, había algo en la promiscuidad y en la repetición de lo sexual casi como un producto más de consumo. En un desvelo durante la pandemia vi Last Work de Ohad Naharin (de la israelí Batsheva Dance Company), un espectáculo de danza que me movilizo y de alguna forma conectaba con ese germen de la imagen. De ahí surgieron asociaciones: hay algo en el ejercicio de asociar libremente que me llama mucho la atención, porque creo que en eso que uno entiende como «asociación libre» hay todo un trasfondo inconsciente con el cual intento encontrarme a través del ejercicio de imaginar y agrupar esas imágenes mediante el proceso de composición”, planteó el creador.

Por “el amor virtual”

“Estas asociaciones –profundizó–, estaban ligadas a la imagen de la redes sociales, como veo, cómo me ven, cuántos «me gusta» tienen las publicaciones, cuántas veces se reprodujo tal video, qué estoy dispuesto hacer para recibir «el amor virtual». Al mismo tiempo, había un pasaje de Los Lanzallamas de Roberto Arlt, que no pude incluir en Trabajo nocturno (montaje que dirigió en 2022) porque no encontraba el hueco, que me resultó muy premonitorio y de una fiereza magistral. Dice: «Apretarán con un dedo un botón, y escucharán simultáneamente las músicas de las tierras distantes y verán bajo el agua, y dentro de la tierra, y no por eso serán un ápice más felices de lo que son hoy». Me sigue sorprendiendo que esté escrito en 1931 y sea tan claro y certero, hoy con toda esa tecnología e información en la palma de la mano, parecería ser que estamos sumidos en un régimen tecnológico del cual es muy difícil desprenderse”.

“Esta situación –continuó–, es algo que me persigue, y creo que le sucede a mucha gente, es un tema recurrente la cantidad de tiempo que estamos en un vínculo con la tecnología. Y creo que vale aclarar que haber decidido poner esta cuestión en escena no me deja exento de nada, es algo que también atravieso en mi cotidianidad: la crítica en primera instancia es para mí, es hacia a cómo uno atraviesa esa problemática y siempre pensé que las problemáticas que uno pone en escena, al ser un simple ciudadano sin ningún tipo de herencia artística, ni monetaria, ni distinguido, ni nada, siendo uno más, que esas problemáticas que me afligen seguramente estén perturbando a otros, entonces me genera la esperanza de un cierto reflejo del público para con esta obra y las anteriores”.

En ese sentido, y respecto de una poética que lo convoca y le interesa, destacó: “Me refiero a la esperanza porque lo que he dirigido hasta acá siempre fue abstracto, quebradizo, fraccionado; me cuesta seguir reglas dramatúrgicas, no es lo mío, no me sale y por ahora tampoco lo intento. Entonces, con este germen de imagen de repetición, más la complejidad tecnológica, asocie en que el auge de esta veloz movida ocurrió en este cuarto de siglo (de 2000 a 2025), la obra debía hablarle al siglo XXI, focalizar en las problemáticas de este cuarto de siglo. Lógicamente, entiendo que lo que sucede hoy es el resultado de una concatenación de hechos políticos y sociales que no corresponden sólo a la llegada del nuevo milenio, pero quería abordar esta brecha asociada a la imagen digital y su relación con el cuerpo, la información y el entretenimiento”.

Crear en la adversidad

“El proceso tuvo varias etapas, empezamos a entrenar con tres actores y el iluminador y después del primer año de búsqueda y de plantar varias semillas convoqué a una actriz, una actor más y un realizador audiovisual. La historia con cada una de estas personas es un capítulo aparte, son cosas de la vida mediadas por la afinidad y la confianza, con algunos tengo vínculos de años. Desde el comienzo, la idea fue trabajar sin tiempos determinados, no sabía cuánto iba a durar el proceso ni me interesaba saberlo, sólo quería poder disfrutar de esa nueva grupalidad y generar la confianza necesaria para trabajar tranquilos sin tantas subjetividades fantasmeando en el aire. Para eso aclaré que era necesario entablar diálogo en pos de sostenernos. El 2023 fue un año muy complicado, parecía que era imposible que un tipo como Milei fuera a ser presidente y todo se empezó a tornar muy desesperante, si bien el gobierno anterior no había sido una panacea, era cantado lo que se avecinaba con este títere”, rememoró Scalia a modo de racconto del proceso y de la suma de intereses artísticos.

Poca sensibilidad, poca empatía, mucha resistencia  

En el mismo sentido de la construcción de un discurso propio y potente, Scaglia apuntó contra cierta hipocresía del ambiente teatral local y del ambiente artístico en general que terminó, casi sin querer, de dar forma a un material que en sí mismo se vuelve una respuesta a todo eso: “Por último aparece el tema del ambiente teatral, que no hace para nada las cosas más fáciles, es como que «sos o no sos», y no me refiero al príncipe de Dinamarca (risas). Es un ambiente muy jodido, cuando comencé era un pobre iluso, pensaba que al ser un circuito artístico la sensibilidad y la empatía eran lo que primaba. Pasó el tiempo y me di cuenta que el apoyo mutuo existe entre algunos y muchos artistas quedan o quedamos afuera de un circuito que está ligado a espacios públicos, festivales, incluso a conseguir fechas en algunas salas; hay un elitismo imperante que a veces es muy frustrante. Está bien, puedo entender que a lo mejor lo que uno hace sencillamente no es bueno, no aplica, puedo entender la subjetividad de los curadores o directores y directoras de los espacios culturales privados y públicos, pero hay situaciones irrisorias”.

Y cerró de forma contundente: “Lo que me llama mucho la atención es que muchos tienen esos discursos de empatía y solidaridad y después queda todo en eso, en lo discursivo. Creo que es un ambiente miserable en el cual todos, más o menos, nos conocemos y nos saludamos con esas sonrisas cerradas y de comisuras que intentan llegar a las orejas. Somos todos iguales, pero algunos somos más iguales que otros. Igual, todo bien, ya uno empieza a hacerse fuerte y deja ese enojo de lado para seguir haciendo, porque en definitiva en mi caso hago teatro porque es lo que me da ganas de estar vivo y eso es lo que debe primar, esa moción primaria, lo otro te infla un poco la vena porque uno sabe que ahí hay trabajo y de alguna forma puede posicionarse para otras instancias. Pero bueno, serás lo que debas ser o no serás nada. Entonces el espacio de ensayo, en tanto estaba en un taller de dirección con un director muy conocido y hacia una adscripción con otro también muy conocido y respetado que no me interesa nombrar, sirvió para meter todo adentro de una licuadora creativa: los vertiginosos sentires en relación a la tecnología, el sexo, la imagen, y a su vez la imagen regida por la cámara como la mirada del otro y la propia; ver, verse, el consumo excesivo de reels e información, textos de diversas autoras y autores, textos míos, el entrenamiento físico exigente para llegar a ciertos límites expresivos, el advenimiento libertario, la implantada necesidad de consumir y no poder hacerlo porque no hay una mango, el ambiente teatral y sus frustraciones, un grupo increíble que ensayaba a cualquier hora y la esperanza de una vida mejor dieron como resultado Esto”.

Para agendar

Esto, una creación integral de Juan José Scaglia al frente de un equipo artístico interdisciplinario, se conocerá este domingo 16 de marzo, a las 20, en el Complejo Cultural Atlas (Mitre 645).  Apertura de sala y servicio de bar desde las 19.  Anticipadas con descuento al +549-341-5810318 o en la boletería del teatro, de lunes a sábado de 9 a 20.

Noticias Relacionadas