Inflación, tasas y empleo: los efectos de una guerra comercial en la vida cotidiana

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La guerra comercial entre Estados Unidos y China, los aranceles recíprocos que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, decidió suspender por 90 días y la consecuente volatilidad que experimentaron los mercados durante las primeras semanas tras el anuncio podrían tener efectos en la vida cotidiana, aunque todavía son difíciles de dimensionar. Un aumento de la inflación, de las tasas de interés para préstamos y la caída en algunas actividades económicas –con la pérdida de puestos de trabajo derivada de ella– podrían ser algunos. Economistas explicaron a PERFIL qué podemos esperar en los próximos meses.

“En primer lugar, creo que no es un conflicto económico sino geopolítico, porque es una disputa de poder entre las dos principales potencias del mundo”, aseguró Laura Testa. “¿Por qué pienso que es geopolítico o de poder y no es económico? Porque la funcionalidad que tienen los aranceles es la protección interna de determinados sectores productivos, porque tiene algún sentido estratégico. Y nada de eso es lo que está sucediendo”.

A pesar de esto, agregó Testa, sí podría tener consecuencias económicas muy claras. “Los bienes que Estados Unidos importa no tiene la capacidad de producirlos en su totalidad, pues serían carísimos”. Por ese lado, el primer impacto del aumento de los aranceles lo sentiría ese país y sus consumidores, que pagarían más por los mismos bienes.

«Puede trasladarse al precio de las commodities y afectar a productos locales»

La otra consecuencia sería un cambio profundo en cuanto a quién vende qué. “Un desplazamiento de proveedores, porque aquellos países que ubicaban bienes en Estados Unidos y no lo puedan hacer más van a intentar ubicarlos en otros terrenos y ahí creo que Argentina tiene algo para perder, que es la posibilidad de que lo desplacen como proveedor de algunos bienes, por ejemplo, vino”. Esto podría tener dos resultados: la pérdida de empleos o el aumento de los precios locales para compensar la baja en las ventas en el mercado externo, detalló.

“El primer canal de contagio que afecta a la Argentina es el lado financiero. El segundo punto es la suba de la tasa de interés, porque subió el riesgo país con los bonos bajo presión. Y eso tarde o temprano puede derivar en una suba de la tasa de interés de la economía real, el costo al que se financian las empresas y, en definitiva, la suba de las tasas de interés de los préstamos”, agregó por su parte Diego Martínez Burzaco. Por otro lado, “si la sangría en los mercados financieros no se estabiliza, esto puede trasladarse rápidamente también al precio de los commodities, y ahí puede afectar a los productos que exporta la Argentina y a las perspectivas del superávit comercial hacia adelante”.

Por lo pronto, sintetizó, “hay que seguir esta dinámica y evitar justamente que el daño de todo lo que tiene que ver con la cuestión financiera termine derramando en la economía real, porque ya en el mundo el consenso apunta a que habrá una desaceleración económica”.

Si en el mediano o largo plazo Argentina pierde mercado en los Estados Unidos, “esto podría suponer que las grandes empresas exportadoras de alimentos y química vuelquen ese excedente hacia el consumo interno. El tema está puesto en si las empresas exportadoras van a poder continuar con su planificación para este año con estos nuevos aranceles, o si trasladarán ese costo al mercado interno ofreciendo productos más caros”, afirmó por su parte Ernesto Mattos. “Aun así, e independientemente de los aranceles, el nivel inflacionario dio números positivos a la suba, y esto no tiene que ver con la política arancelaria de Donald Trump”, opinó.

«Hay que evitar que el daño en lo financiero termine afectando a la economía real»

“Los aranceles recíprocos parecen encaminados a revertir el proceso de globalización, y eso implicaría una reasignación de recursos, que en principio resultaría en mayor ineficiencia. Y esta reasignación de recursos iría en contra del crecimiento mundial: implicaría todo un esfuerzo de relocalización de la producción, desde donde es más eficiente hacia donde es más ineficiente”, comenzó explicando el economista Francisco Eggers a este medio.

En el mismo sentido que el análisis de Testa, Eggers aseveró que esta guerra comercial y el aumento de aranceles no tienen sentido en el contexto actual de los Estados Unidos. “No se entiende bien y esto trae incertidumbre. Y la incertidumbre paraliza. Entonces, la sensación es: si alguien no lo contiene, si Estados Unidos no revierte sus posiciones y va hacia una conducta más racional, se viene una recesión”, aseguró. “Y la creencia de que se viene una recesión suele actuar como profecía que se autocumple”.

Por su parte, el Fondo Monetario Internacional, a través de su directora, Kristalina Georgieva, expresó esta semana que «los aranceles aplicados por el presidente estadounidense Donald Trump provocarán una desaceleración”, aunque no esperan una recesión durante este año.

Para Marcelo Elizondo, en la vida diaria esto puede tener efectos mediatos como “generar una caída en los precios internacionales y debilitar las exportaciones argentinas en el año”.

Si bien indicó que esta crisis podría afectar la actividad económica mundial y también a la Argentina, “todavía no sabemos, porque ahora se ha abierto un impasse de 90 días para las negociaciones”. Por lo tanto, “es difícil sacar conclusiones sobre consecuencias de algo que no sabemos qué es todavía. No sabemos si volverán los aranceles a los niveles previos a la postergación, o si en realidad habrá negociaciones con Estados Unidos”.

Tras su visita a la Argentina, el Secretario del Tesoro de ese país, Scott Bessent, afirmó en una entrevista que el diálogo en materia de aranceles con Argentina está abierto, así como con el resto de los países.

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