El Mundial 2014 es recordado con un sabor agridulce para los argentinos, ya que la Selección tuvo unos partidos inolvidables pero se terminó quedando con las manos vacías gracias al gol de Mario Gotze que le dio el título a Alemania en la final.
Sin embargo, en los octavos de final hubo un partido que enfrentó al papa Francisco, quien llevaba poco más de un año en el cargo y murió este lunes por la madrugada, y a la Guardia Suiza, que se encarga de protegerlo.
Se trata del cruce entre la Selección Argentina, que llegaba como uno de los grandes candidatos con Lionel Messi a la cabeza había terminado con puntaje ideal en su grupo, y de Suiza, que finalizó segunda en un grupo que compartió con Francia, Ecuador y Honduras.
“Va a ser una guerra”, bromeó en la previa el papa Francisco, que toda la vida fue un reconocido hincha del fútbol y de San Lorenzo.
Y así fue. El partido fue una verdadera guerra entre los jugadores de la Selección argentina, que sufrieron horrores para batir la defensa de los suizos.
El gol del triunfo llegó de la mano de Ángel Di María, a los 118 minutos luego de una buena jugada de Messi que lo asistió para que definiera de excelente manera.
Pero esto no significó el final del partido. A los 122 minutos Suiza tuvo una situación clarísima que pudo haber llevado el partido a los penales. Uno de sus jugadores cabeceó solo en el área chica, la pelota dio en el palo y en el rebote se la llevó puesta y terminó mandándola afuera para que todo un más de 40 millones de personas pudieran respirar aliviadas.
Fue un verdadero milagro para el país del papa Francisco, que luego del triunfo le habrá hecho alguna que otra broma a sus queridos guardias, quienes eran los encargados de contarle los resultados de su querido San Lorenzo, equipo al que llevaba más de 30 años sin mirar.
Finalmente el título quedó en manos de Alemania, pero aquel 1º de julio del 2014 se vivió un partido histórico que tuvo en vilo a la Argentina, a Suiza y a todo el Vaticano.