Día 624: El vacío de poder

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Si tuviésemos que explicar la situación del gobierno de Javier Milei con un ejemplo de la vida cotidiana podríamos pensar en una familia perdida en sus viajes de vacaciones con su auto en medio de la tormenta de Santa Rosa. Ninguno de sus integrantes tiene idea de los caminos para recuperar su rumbo, ni leer el mapa, ni utilizar el GPS. Es decir, el Gobierno perdió la hegemonía de la política argentina y la interna desatada en el seno del poder no dejan ver una conducción clara. ¿Estamos frente a un vacío de poder? ¿Quién será el nuevo conductor designado?

¿Por qué decimos que el Gobierno perdió el rumbo y la hegemonía de la política nacional? Porque la oposición le marca la agenda desde el Congreso y los mercados marcan el pulso de la economía en cada vencimiento de los bonos. Además, las filtraciones de los audios de Diego Spagnuolo continúan sin que la gestión libertaria pueda hacer nada para frenarlos y lastiman la credibilidad del Presidente y su hermana, sospechada de coimas en la compra de remedios para los discapacitados.

Además dentro del Gobierno, el sector ligado a Karina Milei y los Menem está duramente golpeado por los casos de corrupción y la derrota libertaria de ayer en Corrientes terminó de confirmar esta tendencia. Este sector fue el responsable de que La Libertad Avanza (LLA) haya ido solo a los comicios correntinos y rompiese con el gobernador Valdés. La consecuencia fue inapelable. El candidato oficialista, Lisandro Almirón, salió cuarto, a más de cuarenta puntos del oficialismo provincial. El sector ligado a Santiago Caputo también viene desgastado por su pelea con la hermana del Presidente y en este momento pareciera que nadie tiene un rumbo claro de cómo salir de esta crisis.

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El vacío de poder es un concepto central en ciencia política para describir momentos en que las instituciones no logran ejercer control ni establecer reglas claras, generando incertidumbre y disputa entre actores.

En 1919, Max Weber ya advertía que el poder político se sostiene en la legitimidad, y cuando esta se erosiona aparece un terreno propicio para crisis de autoridad. En esa línea, Juan Linz señalaba en 1978 que los vacíos de poder surgen cuando las élites políticas se fragmentan y ninguna logra consolidar hegemonía, lo que abre la puerta a golpes de Estado, intervenciones militares, liderazgos autoritarios o simples cambios de Gobierno antes de que finalice formalmente la gestión del personal político votado en las urnas.

El mayor politólogo argentino, Guillermo O’Donnell, al estudiar las democracias latinoamericanas, analizó en 1973 cómo los vacíos de poder institucional permiten la emergencia de lo que llamó “democracias delegativas”, que son regímenes donde un líder concentra atribuciones ante la debilidad de los contrapesos. En esos escenarios, el Estado pierde capacidad para arbitrar conflictos y, en términos de Charles Tilly, la coerción se privatiza: distintos actores, ya sean fuerzas de seguridad, grupos económicos o mafias, se disputan la autoridad que el Estado no puede garantizar.

Más recientemente, autores como Francis Fukuyama insisten en que la ausencia de poder efectivo no equivale a ausencia de actores, sino a una multiplicación de actores sin un centro regulador. Por su parte, Samuel Huntington hablaba de la “brecha entre movilización y organización”: sociedades donde aumenta la demanda política sin que exista una estructura capaz de contenerla generan un vacío que desestabiliza gobiernos.

El vacío de poder no es solo “falta de alguien al mando”, sino un fenómeno estructural en el que la autoridad legítima se desdibuja, y otros actores intentan ocupar ese espacio. Esos interregnos, como diría Gramsci, son tiempos en los que “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”.

Hannah Arendt, en “Sobre la revolución», advierte que los vacíos de poder nunca son meros interregnos pasivos: cuando el orden político se desmorona, surge una zona gris en la que las instituciones pierden legitimidad y el mando queda en disputa. En esos momentos, si no hay una autoridad capaz de restablecer el equilibrio, la historia se acelera y emergen nuevas formas de dominación o fragmentación.

El ejemplo paradójico en la historia es la caída del Imperio Romano de Occidente en 476, cuando Odoacro depuso a Rómulo Augústulo. El fin del orden imperial dejó a Europa sin un eje central, generando un vacío que fue ocupado por reinos germánicos dispersos, preludio de la Edad Media. Ese quiebre no fue sólo político, sino civilizatorio: un poder unitario fue reemplazado por la lógica feudal. Quizás esto sea una metáfora del desplace hacia los gobernadores de poderes territoriales, en lugar de un único poder nacional.

Algo similar, aunque en clave moderna, ocurrió con la Revolución Francesa. La ejecución de Luis XVI en 1793 abrió un abismo en el que la Convención, los jacobinos y el Directorio compitieron sin éxito por consolidar autoridad. El vacío lo llenó finalmente Napoleón, demostrando que la debilidad institucional suele ser terreno fértil para liderazgos fuertes.

En Rusia, en 1917, el zar Nicolás II abdicó y dejó un Gobierno Provisional incapaz de controlar la situación. Ese vacío lo capitalizaron los soviets y luego los bolcheviques, que instauraron un nuevo orden revolucionario. La misma lógica se replicó, en clave latinoamericana, en la Argentina de 2001. La renuncia de Fernando De la Rúa tras el estallido social dejó un poder acéfalo: en menos de dos semanas pasaron cinco presidentes, reflejo de un sistema político en crisis.

Finalmente, el vacío se resolvió con la emergencia de Eduardo Duhalde como figura de transición, pero el trauma dejó en claro la fragilidad del régimen. En todos estos casos, el vacío no fue una ausencia neutra, sino que fue una grieta que redefinió los rumbos históricos.

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Volviendo al Gobierno, sería un error creer que esta crisis es explicada enteramente por la filtración de los audios del caso de corrupción en Discapacidad. Si el pasado mes de agosto fue el peor mes del Gobierno, es porque la crisis se fue cocinando a fuego lento y con varios ingredientes, por así decirlo.

En el fondo, el modelo económico tiene muchas deficiencias. Básicamente, el Gobierno plantea que hay que sostener el dólar barato con endeudamiento hasta que explote Vaca Muerta, el litio y el cobre. En ese momento, se generarían mayores ingresos de divisas. Mientras tanto, se elevan las tasas de interés, que mata la productividad de las empresas locales, cierran las pymes y crece la recesión.

El aumento del desempleo está meramente contenido por las apps de reparto y transporte, pero en palabras de los propios repartidores y conductores, hay cada vez menos demanda. Esto se debe a que hay cada vez más repartidores y que cae el poder adquisitivo. Mientras Milei lograba mantener la hegemonía política, los mercados confiaban en que el Gobierno podía pagar a los bonistas cuando estos reclamaran su dinero.

Cuando el Congreso empezó a poner algunos límites a la motosierra sobre el gasto público de sectores vulnerables como los discapacitados y jubilados, todo empezó a temblar y este ruido político volvió a hacer mover el dólar. Esto trajo más descrédito a Milei y sumado al resto de la situación económica, empezó a hacer que caiga su imagen.

En ese contexto, la oposición avanzó en su unidad para propiciarle más derrotas en el Congreso. Allí apareció una declaración muy fuerte de la diputada Marcela Pagano, quien se había separado del bloque oficialista, y se conjugó uno nuevo con varios exlegisadores de LLA, bajo el nombre Coherencia.

En ese momento aparecieron los audios de Spagnuolo que terminaron dinamizando y acelerando un proceso que ya había empezado con el vaciamiento del poder de Milei, que fue consumiendo su capital político en la motosierra y en el enfrentamiento permanente con todos los actores de la política nacional.

La pregunta clave de la actual coyuntura política es quién filtró los audios de Spagnuolo. La respuesta de esta pregunta nos ayudará a responder la segunda pregunta clave: ¿Para qué lo hizo? Es decir, ¿estamos frente a una interna entre sectores libertarios para ganar poder y cercanía al Presidente o estamos frente a un ataque frontal contra los hermanos Milei y en la búsqueda de un nuevo personal político que se haga cargo del Gobierno? La narrativa oficialista que explicaba las filtraciones como “una opereta del kirchnerismo” no parece creerla ni el propio Gobierno.

La secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, junto al jefe de Gabinete, Guillermo Francos.

Finalmente, la voz que dio una hipótesis de quién filtró los audios, fue la de la diputada Pagano. “La operación de prensa que me hicieron a mí y a mi pareja vino desde Jefatura de Gabinete. No sé si fue el propio Guillermo Francos, pero probablemente gente que trabaja allí lo haya armado para incrementar su poder después de este desastre, donde habrá una repartición interna de poder”, expresó en Modo Fontevecchia.

Pagano le atribuye a Guillermo Francos y espías que trabajan en la Jefatura de Gabinete la filtración de los audios. Además, planteó que sectores del establishment están pidiendo que el jefe de Gabinete se haga cargo efectivamente del Gobierno. Una suerte de Sergio Massa de Milei. Esta analogía que hacemos es en relación a cuando el ex candidato peronista era ministro de Economía de Alberto Fernández y se hizo cargo del último tramo del Gobierno. ¿Puede Francos cumplir este rol que cumplió Massa? ¿Lo buscó? ¿Realmente es como Marcela Pagano dice y está detrás de una conspiración contra el propio Milei y su hermana?

Personalmente no veo a Francos al frente del Gobierno. Lo conozco hace más de 20 años al actual jefe de Gabinete, y no creo que tenga la personalidad adecuada para ocupar ese rol. No me imagino a él mismo viéndose así. Reconozco en él a una persona sensata y capaz, pero no un líder como pudo haber sido Massa, ni que tenga esa ambición.

Sin embargo, según Pagano, evidentemente un sector del círculo rojo, quieren que Francos se haga cargo del Gobierno. Por lo tanto, ella conjetura que el funcionario está detrás de las filtraciones de Spagnuolo.

Es curioso como muchas veces lo simbólico se mete en la caracterización de los políticos. Si Milei asumió él mismo al león como animal identitario, a Francos, seguidores del gobierno en redes le apodaron “La Cabra». Esto es porque Cabra en inglés es GOAT, que es a su vez acrónimo de “Greatest Of All Time» (“el mejor de todos los tiempos”). Es decir, los libertarios le dicen “La Cabra” a Francos para festejar sus maniobras en el Congreso y experiencia en la política para sacar leyes importantes del Gobierno, como lo fue la Ley Bases, sin tener ni un tercio de los diputados.

Guillermo Francos salió a defender a «Lule» Menem y a Luis Caputo por la caída del consumo

Sin embargo, es curioso lo que estos animales representan. El león, en la tradición simbólica, representa la fuerza, el coraje y la autoridad. Es el líder que se impone por majestuosidad y carisma, asociado al poder frontal y legítimo, aunque con el riesgo de caer en la soberbia o la tiranía.

La cabra, en cambio, encarna la resistencia, la agilidad y la testarudez. No deslumbra como el león, pero sobrevive en terrenos áridos, trepa montañas imposibles y se sostiene gracias a su persistencia, lo que la vuelve símbolo de astucia y adaptación, aunque también de oportunismo o terquedad. Así, mientras el león encarna el dominio visible, la cabra alude a la capacidad de mantenerse en pie aun en condiciones adversas.

Evidentemente, una parte del establishment cree que es momento de cabras y no de leones. Momentos de quienes se adaptan y sobreviven frente a la adversidad, y no de quienes se quieren llevar todo puesto.

Pero, ¿quién es esta cabra que está en el foco de todas las miradas en la gestión libertaria? La biografía de Francos está llena de curiosidades, empezando por el día de su nacimiento, que coincide con el de Adolf Hitler, sin ninguna mención peyorativa. Además, el actual jefe de Gabinete nació en el hospital de una base naval, Puerto Belgrano. Su padre fue Raúl Francos, un militar que participó en el golpe de 1955 contra Perón. Su madre es descendiente del caudillo Estanislao López, que fue gobernador de Santa Fe.

Francos hizo política desde su juventud universitaria, cuando fue presidente del centro de estudiantes de la facultad de Derecho en la Universidad del Salvador. Fue funcionario del área de Justicia en las dictaduras de Levingston y Lanusse. Participó de la candidatura a presidente del general Francisco Manrique en 1973 y luego se quedó militando con él en el Partido Federal. Fue concejal porteño, diputado nacional, estuvo cerca de Cavallo, de quien fue su consiglieri, y de Gustavo Beliz, una persona para quien tengo el mayor de los aprecios.

Fue parte, junto a Javier Milei, de un think tank que sirvió de usina de ideas para la campaña de Daniel Scioli en el 2015. Anteriormente había sido designado como presidente del Banco Provincia, durante la gestión de Scioli como gobernador.

En 2019, Francos fue delegado como representante de la Argentina ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por el presidente Alberto Fernández, luego de la intermediación de Béliz.

En 2011, como presidente del Banco Provincia, paradójicamente, Francos defendió la gestión de Cristina Kirchner. Dijo textualmente en una entrevista. “La situación económica del país es buena y tenemos que ver cuáles son los pasos que viene dando una presidenta que fue electa con el 54% de los votos. Todas las medidas que se vienen tomando van en el sentido de las cosas que hay que hacer en la economía argentina”.

El dogmatismo es algo que caracteriza a Milei, mientras que el pragmatismo caracteriza a Francos y a quienes buscan el poder. Inclusive a figuras mucho más revulsivas como puede ser Javier Milei, se lo puede encontrar en diferentes momentos defendiendo ideas opuestas. “Nadie resiste archivo”, como decía Néstor Kirchner, y esto se repite mucho en televisión.

Marcela Pagano involucró a Guillermo Francos en la filtración de los audios de Spagnuolo.

El domingo 8 de septiembre de 2024, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, fue internado por un cuadro de gastroenteritis. Según trascendidos desde dentro de la gestión libertaria, Francos tuvo un pico de estrés que desembocó en síntomas compatibles con una lipotimia y su posterior internación. Fuentes cercanas al Gobierno explican que las internas entre Manuel Adorni y Santiago Caputo por un lado y Guillermo Francos por el otro, terminaron en el pico de estrés del jefe de Gabinete y su posterior cuadro gastrointestinal.

Nosotros, en esta misma columna, pero del 10 de septiembre del año pasado, que titulamos “Día 274: Guillermo Francos y la somatización del Gobierno”, explicamos al respecto que parecía que el síntoma de Guillermo Francos en su cuerpo era la somatización de la malestar del Gobierno, que terminaba emergiendo en uno de sus integrantes, probablemente quién era el de mayor rango institucional de todos los contendientes de la interna y quien por su firma carga con responsabilidad judicial frente a las decisiones gubernamentales.

Ahora, parece que ese mismo malestar se trasladó desde el cuerpo del Jefe de Gabinete, como el psicoanálisis lo indica, a todo el Gobierno y dejó trascender una verdad que estaba reprimida, la de la corrupción. Francos pasó de ser el paciente indicado, como dice la psicología sistémica, -es decir, el emergente del síntoma al factor consciente de la situación-, quien siente que podría hacer que el grupo salga de la crisis. O siguiendo la analogía que presentamos al principio, quien pueda hacerse cargo del auto y rescatar a la familia perdida en medio de la tormenta de Santa Rosa.

Por otro lado, el presente momento de vacío de poder puede tener un costado positivo, dentro del pésimo momento que vive el país. En física, el vacío no es la “nada absoluta”. Ya desde la física clásica se lo entendía como ausencia de materia, pero la física cuántica mostró otra cosa. El vacío está lleno de fluctuaciones, campos y partículas virtuales. Paul Dirac y luego los desarrollos de la mecánica cuántica señalaron que el vacío es “espuma cuántica”, un estado con energía latente que puede dar origen a partículas reales. Es decir, el vacío es potencia, no carencia.

Para el budismo, en términos espirituales, reconocer el vacío es liberarse de los apegos y de la ilusión de que lo que percibimos es sólido y eterno. Es ver que todo es fluido, transitorio y relativo. En este sentido, el actual momento de vacío tiene la potencialidad de ir hacia un momento político de mayores consensos y sensatez, dónde el enfrentamiento permanente para acumular poder político no sea la regla y se pueda debatir los problemas del país desde una perspectiva práctica, sin anteponer los preceptos ideológicos.

Obviamente, también tiene la potencialidad de ir hacia un mayor caos y enfrentamiento, pero no es nuestra apuesta y como además de periodistas, en Perfil y Net TV somos ciudadanos de este país, siempre esperamos y trabajamos para que los argentinos encontremos los consensos básicos que nos permitan salir adelante.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

TV/ff

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