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Heredó la pasión por el hierro y reinventó el legado familiar con un producto que, asegura, dura toda la vida. Tomás Beutin es el bisnieto de Ernesto, un alemán que forjó cocinas de hierro en pleno auge industrial, en Alemania, sin imaginarse que 100 años después su bisnieto conquistaría las redes sociales con sartenes sin teflón.
La historia de los Beutin está marcada a fuego desde que Ernesto Beutin, un inmigrante alemán, llegó en 1886 desde Berlín a Buenos Aires para trabajar en una fundición. En 1909, en Munro, abrió Fundiciones Beutin, una empresa que se posicionó en la industria metalúrgica argentina.
Hoy Tomás Beutin y su socio, Federico Schaer le declaran la guerra al teflón y apuestan por sartenes de hierro de producción nacional. “Es un material noble, sin químicos, hecho por manos argentinas, que le da otro sabor a las comidas”, dice Tomás, de 31 años y cuarta generación de una familia que todavía conserva las ollas de hierro de la fundidora original. El cofundador de Kankay, palabra que en quechua significa asar, retoma el adn familiar en el emprendimiento que nació en Europa y hoy, desde San Isidro, promueve materiales naturales libres de teflón que favorecen la sustentabilidad y garantizan alimentos más saludables. “Mi abuela aún cocina goulash, spatzel, bananenbrot (budín de banana) y chucrut con las recetas de toda la vida”, asegura.
De su bisabuelo heredó el saber, pero también la noción de responsabilidad social que introdujo Beutin en su fábrica, donde los empleados contaban con seguros de salud y viviendas. Además, las cocinas económicas de la marca pronto se convirtieron en un clásico: equipaba barrios enteros con estos aparatos de hierro fundido, resistentes y duraderos. Consciente del valor que tienen, Tomás las busca para completar la colección de los Beutin. “Solo encontré tapas que funcionan en hornos de barro, en algunos restaurantes, pero sigo explorando por plataformas electrónicas a ver si aparece alguna”, señala y agrega que en aquella época también desarrollaban cepillos pesados de hierro para lustrar los pisos de madera y cacerolas.
Kankay nació gracias a la chispa que prendió Ricardo, padre Tomás, cuando diseñó su propia plancha de hierro con patas desmontables. Generaba tanto interés, que Tomás le pidió permiso a su papá para copiarle la idea. Así fue como llamó a Federico Schaer, su ex compañero del colegio San Marcos de San Isidro, y de la carrera de Marketing en la UCES para armar el emprendimiento. Empezaron en el garage de la casa de Federico, al principio con parrillas y fogoneros. Desde hace cuatro años se volcaron a las sartenes.
“Capitalicé el adn. Hoy hacemos productos simples que transmiten un mensaje clave: cocinar sano, sin vueltas, sin mitos”, apunta Tomás, desde el búnker de San Isidro, donde despachan productos a todo el país. Allí también montaron el primer local. Y se viene el segundo, en octubre, que abrirán en el barrio de Belgrano, en Av. Libertador al 6500.
Fuentes paelleras, islas, woks, accesorios, ollas, atizadores para el fuego y otros dispositivos de hierro completan el catálogo de Kankay. Entre las recetas preferidas de Tomás está el bife de chorizo, “vuelta y vuelta, con sal saborizada, romero y ajo. Es un espectáculo”, asegura. E indica un tip para potenciar “la revolución del hierro”: calentar bien la sartén, aunque sin pasarse. “La clave es tirarle unas gotas de agua. Si se evaporan aún falta tiempo, recién cuando bailan se logra el punto correcto”, explica Tomás. Y anticipa que están trabajando en desarrollos de hierro fundido, cerámica y acero inoxidable. En tanto, entre los restaurantes con estrellas Michelin que eligen sus sartenes y ollas de hierro están, Mess, Piedra Pasillo y Argot. Mientras Tomás se manifiesta siempre orgulloso de honrar el legado que resiste al paso del tiempo y se transmite de generación en generación.