Para Milei todo es culpa de la política

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Nada lo mueve a Javier Milei. Su rechazo es absoluto a ver en la situación económica una causal de la estrepitosa derrota que sufrió La Libertad Avanza en las elecciones bonaerenses del domingo pasado. Para el presidente-economista, todo es político. Contra la opinión de observadores y las expectativas de aliados, como los gobernadores afines.

“Javier está convencido de que el resultado responde a los ataques de los opositores, las operaciones en contra suyo y de Karina, y la vigencia del aparato clientelar de los intendentes peronistas, lo que se agravó por haber nacionalizado la elección. Él insiste en que si la macro está ordenada la micro se ordena y llega a la gente. Por eso, cree que el 26 de octubre vamos a ganar sin necesidad de tocar nada de fondo ahí. Además, los mercados esperan eso y a ellos les habló el domingo, porque eran los que votarían el lunes”. Esa es la explicación, a cuatro días de la debacle, de uno de los más estrechos colaboradores presidenciales.

Después de que LLA perdiera ocho de las diez elecciones provinciales realizadas hasta ahora, lo que emana del Gobierno es que solo piensa en hacer retoques discursivos y procedimentales de campaña para las elecciones nacionales que se harán dentro de 43 días, junto a la apertura de un diálogo con los sectores políticos que los habían acompañado y luego fue perdiendo. Símbolos y señales muchos. Efectividades conducentes pocas.

La caída de la actividad económica, las turbulencias cambiarias y financieras, las dificultades crecientes para llegar a fin de mes de muchos argentinos, el endeudamiento y la dificultad para afrontar el pago de los créditos tomados que se han ido pronunciando en el último mes y medio no entran en la lista de reparaciones de la Casa Rosada.

Para muchos se trata de un diagnóstico que podría derivar en un tratamiento inadecuado para afrontar la decisiva elección de medio término. “Ningún gobierno gana una elección con salarios en caída”, es una máxima que resuena cuando el deterioro del poder adquisitivo de muchos sectores ya supera el trimestre.

La discusión adquiere mayor relevancia al analizar la composición del voto de los dos polos mayoritarios en la elección bonaerense. La conclusión preliminar de algunos análisis urgentes indicaban que la performance de LLA habría sido afectada por la defección de exvotantes cambiemitas moderados, que se habrían ausentado. Sin embargo, un estudio del mapa electoral realizado por el sociólogo Luis Costa ofrece un resultado más inquietante para el oficialismo.

“Analizados los circuitos electorales y comparándolos con la elección de 2023 se advierte que el peronismo se parece a sí mismo. En cambio, LLA más el Pro perdió buena parte del apoyo de sectores populares, que Milei había convocado hace dos años, y que provenían de zonas donde históricamente ha predominado el voto peronista. LLA del domingo pasado se parece al Cambiemos de 2023”, afirma Costa.

La visión estrictamente politicista del resultado electoral del domingo fue constatada ayer por los tres gobernadores aliados de LLA y que se reunieron en la Casa Rosada con la debutante mesa política que preside el flamante ministro del Interior, Lisandro Catalán, e integra su par de Economía, Luis “Toto” Caputo.

A Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco) no los esperaron con ninguna promesa de recursos ni de obras públicas o de algún cambio que pudiera reactivar la golpeada actividad económica de sus provincias. En ese terreno todo quedó supeditado al futuro y sujeto a la discusión del presupuesto 2026, que Milei presentará el lunes próximo.

A los jefes provinciales solo les mostraron una disposición al diálogo, inexistente antes de la catástrofe bonaerense, y una actitud autocrítica respecto de la construcción y los vínculos políticos. Coherencia.

Para los gobernadores no fue mucho, pero consideraron positivo ese nuevo clima y que se haya involucrado en la discusión el ministro de Economía. Sobre todo, cuando les reconoció que “hay que reconstruir alianzas políticas”. Una faceta de Caputo desconocida por ellos y una señal auspiciosa de que la mesa política puede aportar otras soluciones, aunque nada sea para ahora y si la realidad no se complica aún más.

Lo curioso es que a pesar de esa apertura y énfasis en lo político, el encuentro se realizó no por iniciativa del Gobierno, sino a instancias del gobernador entrerriano, que se ocupó de reclamarlo y promoverlo con sus pares que han atado sus propios destinos al oficialismo, ya que en sus provincias irán con la boleta de LLA. No solo eso, también sugirieron que se convoque a otros mandatarios que en el comienzo de la gestión habían acompañado al Gobierno y cuyos legisladores votaron en 2024 la mayoría de los proyectos oficiales, empezando por la Ley Bases. El golpe electoral parece haber dejado como secuela cierta lentitud de reflejos y recién estarían recuperándolos.

“Coincido en que la derrota es consecuencia de factores políticos, pero no solo eso. También, influyeron errores de gestión y efectos negativos de la política económica. Y de esas tres variables solo admiten la primera. No es lo ideal, pero tampoco está mal si tenemos en cuenta de dónde veníamos. Ahora se mostraron más abiertos y sin soberbia. Por algo se empieza”, se contentaba tras la reunión uno de los tres gobernadores. En épocas de vacas flacas, las expectativas son modestas.

La mesurada satisfacción de los mandatarios por el encuentro y la jerarquía de los anfitriones (incluyó al jefe de Gabinete, Guillermo Francos) convivió con la preocupación por la decisión del Gobierno de que sus necesidades se traten en el debate de la ley de presupuesto.

“Les dijimos que la discusión debíamos darla antes. No queremos que se repita el escenario del año pasado, cuando luego de que los aliados le pusimos objeciones al proyecto, el Gobierno se negó a revisarlo y optó por retirarlo”, dijo otro de los gobernadores. Como se ve, la reparación es precaria y consecuencia de haberse encarado de apuro. Todavía queda mucho por hacer, mientras en el reloj para las elecciones de octubre ya empezó la cuenta regresiva.

La diferencia de diagnóstico con el Presidente respecto de las causas predominantemente políticas de la derrota bonaerense no es solo de los gobernadores y la mayor parte del arco político y económico. También hay divergencias dentro del equipo presidencial. Quedó claro al día siguiente de la derrota el disenso (sin litigio) de su empoderado jefe de Gabinete, quien, además de los motivos políticos, incluyó una frase contundente: “Tal vez la macro no llegó a la micro”. La divergencia se tolera, pero la cuestión no se discute en la mesa presidencial.

Lo reafirmó la decisión del Presidente de vetar las leyes de financiamiento universitario (en la jornada previa al Día del Maestro) y de declaración de emergencia en pediatría, así como el veto a la ley de distribución de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), que habían impulsado las provincias. No importa cuál es la magnitud del impacto fiscal que esas normas tengan, lo que importa es el mensaje de que el rumbo no se modifica, a pesar del impacto social de la intransigencia.

Después de la derrota bonaerense, Milei optó por dar la señal de que sigue atado al mástil del superávit fiscal y de la lucha contra la inflación, frente al ruido creciente de la calle y los reclamos de amplios sectores sociales y de los gobernadores, que para la mayoría de los analistas influyó e influirá en los comicios.

“No vamos a negociar con una pistola en la cabeza”, había dicho el Presidente. El problema desde el domingo es que el arma no la cargaron los políticos sino un alto número de ciudadanos. Por eso, la esperanza y la gran apuesta del Gobierno es que en el mes y medio que falta hasta la elección los actores económicos no le voten en contra en cada rueda de los mercados y que parte del 40 por ciento o más que no fue a votar en los comicios provinciales vuelva a las urnas y elija a los candidatos oficialistas. No será fácil.

Una encuesta efectuada por la consultora Trespuntozero muestra un pronunciado aumento de la evaluación negativa sobre la gestión del Gobierno.

El 47,1% la consideró muy mala y el 9,9% mala, por lo que el rechazo suma 57%, contra el 39,9 de aprobación. Aún peor es la consideración sobre la marcha de la economía, ya que reúne una desaprobación del 58,9% entre los consultados.

Lo mismo ocurre con otro indicador que suele tener correlato en el voto: las emociones negativas (enojo, tristeza, miedo, desinterés) son el sentimiento dominante para el 59,8% de los consultados, mientras que las positivas (esperanza, entusiasmo, alegría e interés) reúnen el 39%.

A esto se suman otros datos concretos, como la duplicación de la morosidad en el pago de las tarjetas de créditos y, según otro sondeo de Trespuntozero, la dificultad que dice tener el 46% de los consultados para llegar a fin de mes. Los que se endeudaron para poder cubrir sus gastos llegan al 30,7%. De ellos, el 52,8% no sabe si podrá pagar esas deudas contraídas y el 37,5% cree que no podrá cancelarlas.

A eso cabe sumar la estrepitosa caída de 14 puntos en el último Índice de Confianza del Consumidor, que elabora Poliarquía para la Universidad Torcuato Di Tella, y siempre ha operado como uno de los más certeros predictores de los compartimientos electorales.

En este contexto, el diagnóstico presidencial sobre las causas de la dura caída bonaerense alienta las preocupaciones de adherentes al proyecto oficial e incluso de inversores extranjeros, que ven con preocupación el crucial 26 de octubre.

Temen que las elecciones que darán forma al Congreso con el que Milei deberá convivir en los dos últimos años de mandato dificulten la posibilidad de afrontar las reformas de fondo que esperan para desembolsar las inversiones prometidas. Son parte de los casi 25.000 millones de dólares que el RIGI tiene en stand by. Ahora esperan al final de octubre de este año. Los más cautos del Gobierno temen que luego quieran esperar a 2027.

Al líder libertario parece no importarle que su convicción vaya contra la opinión de algunos de sus principales colaboradores y contra el diagnóstico de casi toda la dirigencia política, incluidos muchos aliados, de buena parte de los analistas y actores económicos, y hasta de varios inversores externos, que se lo han hecho saber hasta a algunos allegados que tienen en el gabinete económico.

Apuesta a que las mesas políticas que mandó a construir asfalten el camino electoral, además de licuar las disputas internas no resueltas en su círculo más cercano. En ese plano queda demasiado por resolver.

Dicen que ayer el invisibilizado Eduardo “Lule” Menem (íntimo asesor de Karina Milei) expresó sus lamentos ante las acusaciones que recibe por la mala performance electoral y apuntó al superasesor Santiago Caputo, durante la charla con el gobernador chaqueño. Lo recibió antes de que Zdero se reuniera con Catalán. Toda una señal.

El responsable de la campaña fue Santiago. A él se le ocurrió nacionalizarla y el eslogan ‘kirchnerismo nunca más’. No fuimos nosotros”, dicen que dijo. Las paredes de la Casa Rosada escuchan y hablan.

En este contexto, el Gobierno insistirá en hablarle con el corazón a los gobernadores amigos, sin abrirles la billetera. A ellos ni a nadie. Eso dice. Apostará todo (y contra todos) solo a la política. En 40 días Milei sabrá si acertó o no.

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