Los avances en prevención, intervención y cuidado de Alzheimer

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Para los especialistas es clave apuntar a los cuidados en salud cerebral y a la detección temprana.

Este domingo, 21 de septiembre, se conmemoró el Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer. Por este motivo, expertos sostienen que al momento de realizar campañas de concientización e información, resulta clave hacer énfasis en la buena salud cerebral así como en la detección temprana de este padecimiento.

El Alzheimer es la forma más común de demencia, presentada con cambios progresivos en la memoria, lenguaje y otras funciones cognitivas. Las primeras alteraciones cerebrales pueden darse hasta 20 años antes de manifestarse el resto de síntomas, sobre todo en el hipocampo (región encargada de aprendizaje y formación de nuevas memorias). Actualmente se proyectan 153 millones de personas viviendo con Alzheimer para 2050 a nivel mundial.

Desde la Comisión The Lancet sobre salud cerebral, con evidencia en prevención, diagnóstico e intervención, se identifican 14 factores de riesgo modificables que, de eliminarse, podrían prevenir casi la mitad de casos de trastornos neurocognitivos. A los 12 factores ya conocidos: menor educación, pérdida auditiva, hipertensión, tabaquismo, obesidad, depresión, inactividad física, diabetes, consumo excesivo de alcohol, lesión cerebral traumática, contaminación del aire y aislamiento social, se suman dos nuevas evidencias contundentes: la pérdida de visión no tratada y el colesterol LDL alto.

“Es fundamental adoptar un enfoque de curso de vida, ya que nunca es demasiado temprano ni demasiado tarde para reducir el riesgo de trastornos neurocognitivos. Los enfoques de prevención deben buscar disminuir los niveles de los factores de riesgo desde una edad temprana y mantenerlos bajos a lo largo de la vida”, asumen los expertos.

Mejorar la salud cerebral

-Educación y actividad cognitiva: Asegurar una educación de buena calidad para todos y fomentar actividades cognitivamente estimulantes desde la infancia hasta la adultez tardia.

-Salud auditiva y visual: Accesibilidad los audífonos para personas con pérdida auditiva y reducir la exposición a ruidos nocivos. La evidencia sobre el tratamiento de la pérdida auditiva es ahora más fuerte que antes, y el uso de audífonos es particularmente efectivo en personas con factores de riesgo adicionales.

-También se recomienda evaluación y tratamiento accesibles para la pérdida de visión.

-Salud mental: Tratar la depresión de manera efectiva.

-Prevención de lesiones cerebrales: Fomentar el uso de cascos en deportes de contacto y ciclismo, y reducir las colisiones de alto impacto y la práctica de cabecear en el fútbol.

-Actividad física: Fomentar el ejercicio, ya que las personas activas tienen menos probabilidades de desarrollar enfermedades neurodegenerativas.

-Estilo de vida saludable: Reducir el tabaquismo (considerado un factor de riesgo en la mediana edad, y el cese del tabaquismo reduce el riesgo), prevenir la hipertensión (mantener la presión sistólica en 130 mm Hg o menos desde los 40 años), detectar y tratar el colesterol LDL alto, mantener un peso saludable y tratar la obesidad lo antes posible (lo que también ayuda a prevenir la diabetes), y reducir el consumo excesivo de alcohol.

-Entorno y aislamiento social: Priorizar entornos comunitarios amigables para la edad y reducir el aislamiento social facilitando la participación en actividades.

-Contaminación del aire: Reducir la exposición a la contaminación del aire, ya que está relacionada con la mejora de la cognición y la reducción del riesgo de trastornos neurocognitivos.

Intervención y cuidado tras el diagnóstico

En línea con el informe, se resalta que el diagnóstico oportuno de la Enfermedad de Alzheimer es una prioridad para permitir la gestión y planificación del futuro. Sin embargo, la evaluación masiva no está justificada, y las herramientas de evaluación deben ser culturalmente apropiadas, especialmente para poblaciones diversas.

-Tratamientos farmacológicos sintomáticos: los inhibidores de la colinesterasa y la memantina son fármacos accesibles y asequibles (en países de altos ingresos) que apuntan a enlentecer la progresión de los trastornos neurocognitivos, con evidencia de efecto a largo plazo.

-Nuevas terapias modificadoras de la enfermedad: se lograron avances con anticuerpos dirigidos a la beta-amiloide (como lecanemab y donanemab), que mostraron una modesta eficacia en la reducción del deterioro cognitivo en la enfermedad de Alzheimer temprana. No obstante, estos tratamientos son caros, requieren una monitorización intensiva y presentan efectos secundarios notables, lo que plantea desafíos para los sistemas de salud y limita su generalizabilidad a la población general.

-Intervenciones no farmacológicas y psicosociales: las intervenciones interdisciplinarias, adaptadas a las personas y a las familias, ayudan a mejorar la calidad de vida de los pacientes y toda su familia. Incluyen la gestión de síntomas neuropsiquiátricos y el fomento de actividades que mantienen el disfrute y el propósito. Estas intervenciones reducen la depresión, la carga y el estrés de los cuidadores y familiares.

-Biomarcadores: hubo un progreso significativo en los biomarcadores, especialmente los fluidos. Estos son útiles para confirmar o excluir la patología de la enfermedad de Alzheimer en casos seleccionados, de presentación o cursos atípicos, pero no deben usarse como única base para el diagnóstico, mucho menos en individuos asintomáticos. La investigación en poblaciones diversas es crucial, ya que la mayoría de los estudios actuales provienen de poblaciones caucásicas.

Si bien aún no existe una cura definitiva, los avances en la investigación han permitido desarrollar tratamientos y estrategias que mejoran los síntomas en las etapas iniciales y ayudan a preservar la calidad de vida por más tiempo.

Además, los expertos sostienen que «las primeras alteraciones cerebrales pueden aparecer muchos años antes de los síntomas, lo que abre una gran oportunidad para la detección temprana y la adopción de hábitos saludables que contribuyan a cuidar la salud cerebral. Con controles médicos regulares, estimulación cognitiva y el acompañamiento de la familia y la comunidad, es posible transitar la enfermedad con mayor bienestar y dignidad”.

Por otra parte, resulta importante prestar atención a los principales factores de riesgo asociados a la enfermedad, entre ellos:

-Edad avanzada.

-Sexo femenino.

-Antecedentes familiares de Alzheimer.

-Episodios previos de depresión o traumatismos craneales.

-Factores de riesgo vascular como hipertensión, diabetes o colesterol elevado.

SFA – NA

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