Cómo es la mina de oro donde grabó Miranda, que ahora busca un RIGI por US$ 665 millones

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Estar parado encima de una montaña de oro, con los zapatos embarrados de agua y cianuro -el famoso cianuro- no es como cualquiera se lo imagina. Tampoco lo es estar 250 metros bajo tierra, en una mina subterránea. Clarín se metió en Gualcamayo, la mina que está al norte de la provincia San Juan, donde en 2009 el grupo Miranda! grabó «Tu misterioso alguien«, la canción más escuchada del momento.

Por cada 1.000 kilos de rocas que se extraen hay en promedio apenas 1 gramo de oro. Y ni siquiera los lingotes que salen son de oro puro, sino que hay que refinar el doré en India, Canadá o Australia para separar la plata y otras «impurezas» minerales.

El valle de lixiviación, donde se separa el oro de las rocas, de la mina Gualcamayo, en San Juan. Foto: Minas Argentinas.

Será imposible, entonces, cumplir con el pedido del círculo íntimo de llevar aunque sea una pepita de regalo, no solo por los extremos controles de seguridad, sino también porque desde perforar la montaña hasta tener oro entre las manos hay varios meses, kilómetros y dinero de distancia.

Hace dos años Gualcamayo estaba a punto de cerrar. La empresa que la administraba, los colombianos Mineros, había presentado su plan ante las autoridades. Pero llegó el español Juan José Retamero, del conglomerado AISA Group, que pagó en septiembre 2023 unos 34 millones de dólares para quedarse con la propiedad, reactivar la mina y «sacarle jugo» a las piedras.

La mina subterránea de oro Gualcamayo, en San Juan, está a 250 metros de profundidad. Foto: Minas Argentinas.

Lo que cambió el juego fue el precio internacional: el oro trepó desde US$ 1.800 por onza hasta un máximo reciente de US$ 3.500 en apenas 23 meses. Y los costos de la operación se desplomaron en Gualcamayo.

La mina dejó de funcionar, pero la compañía empezó un proceso para recuperar 340.000 onzas en el material apilado durante los 15 años que hubo minería a cielo abierto y subterránea, entre 2009 y abril de 2024. A razón de poco menos de 120.000 onzas por año, la empresa facturaría unos 400 millones de dólares anuales durante los próximos tres años.

El RIGI, clave para la minería

Precios por las nubes, costos por el suelo. Mientras tanto, la sanción del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) el año pasado acompañó el potencial del terreno, que explora permanentemente el director Ejecutivo de Gualcamayo, el geólogo Ricardo Martínez, que también es productor de aceitunas en el sur de San Juan.

Así fue como Minas Argentinas S.A. (MASA), del español Retamero, se presentó en noviembre de 2024 al RIGI para blindar inversiones por 665 millones de dólares en la construcción de una nueva mina subterránea y un parque solar que la autoabastecerá de energía eléctrica. Su cronograma por etapas prevé desembolsos por US$ 251 millones en los primeros dos años para empezar a operar en 2031.

Los trabajos demandarán de unos 1.000 empleados en total, que se alojarán en un campamento a 1.600 metros sobre el nivel del mar, que cuenta con comedores, salón de uso múltiples (SUM) con juegos de metegol, pool y ping pong, gimnasio, canchas de fútbol y paddle. Un trabajador minero puede ganar un salario mensual de $ 1.770.000 a $ 3.700.000.

En este valle se apilaron 80 millones de toneladas de rocas durante 15 años. Foto: Minas Argentinas.

En el comedor y en las oficinas resuenan permanentemente los pegadizos acordes de «Tu misterioso alguien», pese a que nadie entiende muy bien el vínculo de la letra de Miranda! con las tareas mineras.

La mina que se construirá por debajo de la que ya se cerró se llama «Carbonatos Profundos» y es un cuerpo mineralizado a unos 400 metros de profundidad que cuenta con 5 millones de onzas de recursos certificados, de los cuales 3 millones se contabilizan como reservas -la diferencia es que las reservas son los minerales técnica y económicamente factibles de extraer-.

El grupo empresario que compró Gualcamayo también planea construir un gasoducto e instalar hornos para producir cales industriales, y aprovechar todo el potencial de las rocas. La cal es junto al agua uno de los insumos claves para producir cobre, la esperanza mineral de la Argentina, donde se aguardan gigantescas inversiones como la de Vicuña Corp. en Josemaria y Filo del Sol.

El futuro de la minería en el país es promisorio: se estiman inversiones por US$ 30.000 millones en los próximos siete años, se duplicaría el empleo y las exportaciones treparían hasta los US$ 12.000 millones. Ese futuro también es borroso, porque está atado a la continuidad de normas jurídicas y modelos económicos.

La fiebre del oro

Pero estar adentro de una mina es directamente oscuro, en el sentido literal de la palabra. En camionetas 4×4, Clarín se adentra bajo tierra para experimentar lo que viven los mineros. Hay 36 kilómetros de túneles, de los cuales este cronista visita 7. En el recorrido se ven varios refugios, instalados cada uno a entre 500 y 700 metros de distancia entre sí.

Los refugios son pequeños compartimentos donde entran más de 10 personas sentadas, y están equipados con tubos de oxígeno que tienen una autonomía de 72 horas. Tienen alimentos primordiales, agua, un baño de escasa privacidad, y hasta una Biblia para aferrarse en momentos críticos.

Este espacio sería uno de los más recónditos lugares de silencio y soledad, si no fuera porque un grupo de mineros está perforando la roca para factibilizar la nueva mina subterránea.

A unos kilómetros, en el open pit (la mina a cielo abierto) quedan las marcas en la montaña de las voladuras controladas que se hicieron para sacar los minerales menos concentrados, y las tareas de contención para que los cerros no se vengan encima.

Las rocas trituradas en la mina de oro Gualcamayo, en San Juan. Foto: Minas Argentinas.

El material que se desprende se carga en camiones que lo transportan hasta una cinta que termina en dos trituradoras, que reducen las rocas hasta media pulgada y después la depositan en una pila de lixiviación. Allí se apilaron durante 15 años unas 80 millones de toneladas de piedras, a las que se le aplican la solución cianurada, que sirve para separar los minerales del agua en una membrana que los colecta.

El proceso para que el agua y el cianuro filtren hacia esa membrana puede tardar de 1 a 3 meses, según la altura de la pila. Como toda actividad humana, la minería tiene sus riesgos, pero controlados. Apenas el 13% de la producción mundial de cianuro se usa en procesos mineros, y es uno de los pocos reactivos capaces de disolver el oro, que es microscópico, en agua.

Ante la genuina preocupación de los ambientalistas, los mineros informan que hay mayor concentración de cianuro en las almendras (hasta 2.500 miligramos por kilo) que en la solución que utilizan ellos (aproximadamente 500 miligramos).

El problema es cuando ese cianuro se convierte por medio de una combustión en gas cianhídrico -ante lo cual hay suficientes prevenciones-, que fue uno de los compuestos tóxicos que mató a 194 personas en la tragedia de Cromañón.

Después de separar el oro, se lo extrae mediante un proceso de absorción a un carbón activado y se lo funde a más de 1.000 grados hasta llegar al lingote, que contiene aproximadamente 80% de oro, 18% de plata y 2% de «impurezas». Cada barra mide 20 centímetros de largo por 10 de alto y 8 de ancho, y pesa unos 28 kilos.

Nos queda desterrado para siempre el mito de que se puede escapar corriendo con un bolso lleno de lingotes, que aparte no servirán para nada sin refinar.

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